Me ha sorprendido este librito de Marcos Ordoñez (toda una vida de crítico de teatro y ahora en las páginas de El País). No mantenía grandes expectativas y me ha gustado. Ordoñez, con el desenfado que dan la edad y el haber visto mucho teatro (del bueno y del malo, del experimental y del comercial, del clásico y del sospechosamente vanguardista, del comprometido y del más frívolo) habla de las grandes imposturas del mundo de las tablas, pero da también algunas pistas para encontrar, y apreciar, esos momentos de verdad en que este arte de lo efímero atrapa la vida.
Aunque da algunos nombres, uno se queda con las ganas de encontrar un pequeño canon con el que orientarse por las guías de estrenos, una lista de autores, actores o montajes (con nombres y apellidos) que le ayuden a elegir. En cualquier caso, en este Telón de fondo encontramos algunas pistas (no oculta cierta admiración por Bódalo, Espert, Landa, Pou, Flotats, Hipólito, Brook, Tolcachir…), aunque supongo que Ordoñez nos diría que para conocer del todo sus debilidades está el periódico donde escribe y que paguemos religiosamente el euro con veinte, que de eso vive. Sospecho también que, como el teatro en España es una familia donde florecen envidias y rencores, el crítico hace mutis para no herir a nadie y mantener las amistades.
De todas maneras, y aunque nunca llega a hacer sangre, Ordoñez, muestra su aversión a cierta fauna que se mueve en el mundillo, como la de los directores estrella, esos seudo-divos que son capaces de echar una bronca al público que no se interesa por sus creaciones. También critica la política de subvenciones de la que se beneficia desde hace muchos años el teatro español porque, en su opinión, ha abortado la creación de un sector medianamente maduro y autónomo. Eso sí, llega un momento en que Ordoñez se autocensura porque sabe que pisa “terreno minado”.
Por el contrario, y a pesar de Marx, alaba la labor de los productores, “ese sector injustamente vilipendiado”. Y es que la mayoría de los que se juegan su dinero en esto del teatro no lo hacen porque vayan a hacerse ricos, sino porque lo quieren a rabiar. Para ganar pasta y vivir tranquilo, mejor montar farmacias o hacerse rentista.
Interesantes son las páginas finales, donde Ordoñéz, comentarista sanguíneo alejado del “notario mudo, inmóvil y exangüe” que muchos identifican con el observador ideal, nos desvela su fórmula mágica para hacer una crítica. Es un cursillo acelerado de escritura y periodismo, pero sobre todo de mirada atenta. Importante: el crítico siempre lleva un pequeño bloc de notas a mano para trasladar al papel cualquier pensamiento que en el fragor o en sopor de una representación se le pasa por la cabeza. Desde que lo leí, yo también cargo una pequeña libreta casi todo el tiempo. Nunca se sabe.
Telón de fondo es un libro ágil y de estilo cambiante, tentativo, construido a base de frases cortas y fogonazos mentales, en la línea de sus críticas sabatinas. Aprecio el desparpajo de madurez de Ordoñez, pero también la sensatez y el criterio que exhibe a la hora de valorar algo tan subjetivo y evanescente como el teatro. Telón de fondo es un libro raro: el crítico se sitúa, por una vez, en primera línea y además nos habla de su educación intelectual, indistinguible muchas veces de la sentimental. En fin, que no me importaría beber un par de whiskys con Marcos Ordoñez para seguir aprendiendo de teatro (y de la vida).
Telón de fondo
Marcos Ordoñez
El Aleph Editores
189 euros
15 euros
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