sábado, 16 de julio de 2011

Larga vida al periodismo



Juan Luis Cebrián anda estos días muy liado diseñando un plan de viabilidad para la endeudada Prisa, el conglomerado de medios que dirige desde hace muchos años y que engloba al diario El País. Antes de que la crisis le tocara de lleno, en 2009, Cebrián juntó en este libro una serie de artículos que muestran a las claras sus preocupaciones profesionales e intelectuales.

Dotado de claridad expositiva, Cebrián no desdeña la fuerza arrasadora del sunami digital y de la imagen, aunque también advierte de que el periodismo serio seguirá siendo el filtro necesario para poner orden en la avalancha de información que Internet genera.

El periodismo de los grandes diarios, ese que nació contando mentiras en la Venecia del siglo XVII, seguirá siendo, en su opinión, el mejor modo de hacerse con una concepción cabal del mundo, “una weltanshaung determinada, que no puede reproducirse en un universo tan convergente, fragmentado y ambiguo como el de Internet”. Sin embargo, el autor de El pianista en el burdel advierte de que andan equivocados los que a estas alturas no cuenten con el ciberespacio para ganar el futuro.

Cebrián también hace una encendida defensa del periodismo como contrapoder. Recuerda el ejemplo que dio a todos el The Washington Post de la corajuda Katherine Graham a principios de los 70 con la investigación de Watergate y también cómo la prensa española contribuyó a asentar la democracia después de la muerte de Franco, aunque siempre de una forma gradual y guiada, en parte, por la inercia.

En este punto,  aprovecha para ensalzar, no sin autocrítica, a El País, “que llegó a convertirse en símbolo de la Transición misma, lo que derivó en un suceso profesional y comercial que algunos competidores tardan en perdonarnos y que es culpable, también, del espíritu arrogante y autosuficiente de muchos de quienes contribuimos a hacerlo”.

En cualquier caso, se echan de menos revelaciones de interés sobre la relación que establece con el poder un grupo periodístico como Prisa. El único episodio digno de mención tiene como protagonista a Aznar, contra el que, por otra parte, Cebrián carga siempre que puede. “Desvelaré una petición que Jesús Polanco y yo recibimos directamente de Moncloa a poco de establecerse en ella el personaje: que dejara de escribir en El País Eduardo Haro Tecglen y abandonara los micrófonos de la SER Iñaki Gabilondo”.

En fin, un libro sobre periodismo (también habla de los límites difusos con la literatura) escrito por alguien que vive en pleno cogollo, pero que, bien sea por ese pudor tan español que sale a relucir cuando hay que hablar en primera persona, o bien por intereses inconfesados, no se atreve a contar mucho de lo que sabe. 


El pianista en el burdel
Juan Luis Cebrián
Galaxia Gutemberg/Círculo de Lectores
202 páginas
21 euros



1 comentario:

  1. Buenos días Juan, acabamos de descubrir tu blog a través de César García, autor de American Psique.

    Nos gustaría mucho enviarte información sobre esta obra que creemos que puede interesarte. Si te parece bien, puedes escribirnos a medialuna@medialunacom.es y darnos un correo electrónico de contacto.

    Enhorabuena por las entradas, son muy interesantes.

    Un abrazo,
    Estela Cayón
    LoQueNoExiste

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