A propósito de 'Cuba a cámara lenta', de César González-Calero
Cualquiera que haya visitado Cuba de manera apresurada habrá disfrutado, breve pero intensamente, de la belleza de la isla tanto como sufrido el acoso de jineteros y jineteras, ávidos de dólares con los que superar su crónica parquedad de ingresos. César González-Calero, periodista y escritor español, con gran experiencia como reportero en numerosos medios nacionales e internacionales, nos propone otra forma de descubrir Cuba, en base a sus propias experiencias vitales desde 2003 a 2008, pues fue corresponsal en la Habana para “El Universal” de Méjico, entre otros medios.
En palabras del propio autor, el libro pretende “rendir homenaje al periodismo narrativo, un género que, en España, hunde sus raíces en los textos de autores como Manuel Chaves Nogales, en los años treinta”. Las primeras impresiones al comenzar a leer el libro pueden inducirnos al error de etiquetar a su autor como “procastrista”, por cuanto entre los cubanos entrevistados en su periplo a lo largo y ancho de la isla se cuentan muchas viejas glorias olvidadas de la “revolución socialista”.
Sin embargo, conforme avanzamos en su lectura descubrimos que Cuba a cámara lenta se aleja, de forma ecuánime, de los tópicos más manidos. Mediante la técnica del reportaje narrativo, con un estilo ágil y directo, González-Calero ilumina nuestra mirada sobre algunos de los lugares más conocidos de la isla así como, de modo mucho más interesante, sobre un sinnúmero de rincones escondidos y su población. El autor manifiesta una vasto conocimiento de Cuba al servicio de su obra, reforzado mediante su don de gentes y el respeto por la población local. Tales virtudes le granjean las simpatías de los cubanos, que le hacen partícipe, en consecuencia, de sus opiniones y sus anhelos.
El viajero independiente reconocerá muchas de sus propias impresiones sobre Cuba en el testimonio de González-Calero: las maravillas de Pinar del Río y Baracoa, las leyendas urbanas, el calor húmedo del Caribe, la sencilla candidez de los pobladores rurales y sus penalidades cotidianas para conseguir sobrevivir con ingresos paupérrimos, la intransigencia de las autoridades tanto como el eco heroico de la revolución, la pesadilla de los balseros, el delirio del peso convertible, la ruina de la Habana Vieja, el escénico ambiente del Malecón…
Pero el autor va mucho más allá. Conoce Alamar, la ciudad de los poetas; visita pueblos ignotos, atraído por las resonancias de sus insólitos nombres (“Macondo”, “España Republicana”, “Julián Grimau”), para descubrir en ellos inagotables anécdotas, contadas por sus propios habitantes; revive el viaje de Federico García Lorca a Santiago; viaja hasta la finca Manacas, cuna de los Castro; frecuenta las “vallas”, los escenarios de las populares peleas de gallos y se pierde por carreteras secundarias. Por el camino, González-Calero nos expresa sus propias opiniones sobre Batista y sobre la política actual y nos describe, en suma, con erudición y curiosidad inagotables, sin aburrirnos nunca, las pasmosas contradicciones y sorpresas de la vida en la isla, mientras cita a Virgilio Piñera, a José Martí, al propio García Lorca, a Alejo Carpentier...
En su conjunto, el libro nos deja la sensación de que Cuba, marcada por su insularidad y su situación geográfica y política, vive ajena a los ritmos y las preocupaciones que en otros lugares nos extenúan, lo que constituye toda una invitación a conocerla de manera pausada, para lograr una visión más profunda y sin prejuicios.
Cuba a Cámara lenta. Retrato de una isla imprevisible
César González-Calero
RBA Libros
Barcelona, 2011
192 páginas
16 euros
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