sábado, 4 de febrero de 2012

Crítica a Libertad, de Jonathan Franzen



Más de un año después de su publicación en Estados Unidos llega a las librerías españolas Libertad. Durante ese tiempo, los comentarios, reportajes y críticas que han llegado del otro lado del Atlántico sobre la cuarta novela de Jonathan Franzen han sido tan elogiosos (“la primera gran novela norteamericana del S. XXI”) que resulta difícil no hacerse con un ejemplar. Una decisión de la que la gran mayoría no se arrepentirá.

Su argumento gira alrededor del matrimonio formado por Walter y Patty Berglund, “progresistas hiperculpabilizados” que de la noche a la mañana pasan de ser la familia perfecta a los vecinos que todo el mundo evita. Y aunque el texto comienza justo en el momento que esta relación parece resquebrajarse, a raíz de la decisión de su hijo Joey de irse a vivir con la hija de los vecinos, Franzen construye un puzzle temporal que nos traslada hacia el pasado y futuro de la pareja, recorriendo distintas etapas de sus vidas, de las de sus allegados (fundamentalmente de la del propio Joey  y de Richard Katz, el mejor amigo de Walter y líder del grupo musical Traumatics) y, por ende, de parte de la reciente historia de EEUU.

El mayor logro de Franzen es esa combinación perfecta entre novela de personajes, con los que a buen seguro muchos lectores se identificarán, y de época, teniendo muy presente la rivalidad entre demócratas y republicanos con los gobiernos de Bush, Clinton y Obama como telón de fondo.

Además, Franzen es un autor que no concibe la literatura sin ciertas dosis de autocrítica, de modo que este libro también invita a reflexionar sobre temas como los desmanes de la Administración y las empresas americanas en Irak, la presión demográfica, la eliminación de los ecosistemas o incluso sobre esa genérica libertad que da título al libro y que muchos no saben utilizar (“lo único que nadie te puede quitar es la libertad de joderte la vida como te dé la gana”). 

Franzen no pontifica, sino que son sus personajes, sólidamente construidos, los que se cuestionan el modo de vida actual o de otros que, por el contrario, saben aprovecharse de las circunstancias. Personajes, en fin, de carne y hueso, que aman, odian, temen, traicionan y se traicionan, se enriquecen a costa de los demás e intentan dar la voz de alarma sobre el negro porvenir que nos acecha. 



Detrás de tales protagonistas hay un narrador excepcional que les conoce y sabe sacar provecho de ello, por ejemplo a través de descripciones jocosas y originales que siembran de ironía todo el relato. Así, mientras Patty es descrita como “una alegre portadora de polen sociocultural, una abeja afable”, Walter llega a ser caricaturizado como “Don Buen Tío Sobrehumano de Minnesota y Bicho Raro Moralista Amante de la Naturaleza”). Para darle más variedad al relato, Franzen no se limita a darles voz mediante la tercera persona clásica, sino que incluye varios pasajes de la autobiografía que Patty escribe a sugerencia de su psicoterapeuta o una entrevista de un admirador a Richard que no tiene desperdicio.  

El autor no duda en declararse deudor de la novela clásica (en Libertad hay incluso un pequeño homenaje a Guerra y Paz, de Tolstoi), sin olvidarse nunca de que su mayor triunfo será entretener al lector. Y doy fe que lo consigue con un texto difícil y ambicioso en cuanto al desarrollo de trama y subtramas, de la caracterización de los personajes y del periodo abarcado, pero que en todo momento resulta fácil de leer, ameno y divertido. 

Quizás a algunos les disguste un final que puede resultar algo “blandito” o a otros les molesten ciertos personajes y situaciones estereotipadas, pero seguro que se han dejado entretener por un mago que embelesa con una historia personal, de un matrimonio de clase media como tantos otros, que trasciende y llega a contagiar sus alegrías y sus miedos, acompañándonos más allá de las páginas del libro. 


Libertad
Jonathan Franzen
Editorial Salamandra
672 páginas
25 euros en papel/ 







1 comentario:

  1. Me ha gustado muchísimo el análisis que haces del libro, pues lo comparto totalmente. A casi 100 páginas del final en Ebook, me está fascinando. Y tienes muchísima razón cuando dices que se trata de personajes con los cuales nos podemos identificar fácilmente, muy humanizados, eso es importante para mi en literatura. He de confesarte, que aún sintiendo cariño por Walter, el que me tiene fascinada es Richard. En cuanto a Patty, no sé, en ocasiones me la quiero comer y otras tantas la mataría. Muchas gracias y un saludo.
    Laura

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