A propósito de La economía del miedo, de Joaquín Estefanía
Joaquín Estefanía es capaz de contar de forma amena y comprensible lo que está ocurriendo al mundo complejísimo y oscuro de la economía y las finanzas, lo que no es poco en un país como el nuestro, tan dado a la pereza mental y al cliché, y tan falto de divulgadores competentes. Desde sus primeras páginas, La economía del miedo tiene el pulso de un libro de combate o de denuncia. No tanto en la línea de los celebrados panfletos de Stéphane Hessel (Indignaos) o de José Luis Sampedro (Reacciona), y sí en la del discurso de la película Inside Job, donde el desenmascaramiento de la realidad se apoya en un reportaje periodístico contundente, discutible si se quiere, pero serio y rico en fuentes.
En el primer capítulo, que da título al libro, Estefanía analiza el miedo paralizante que, en su opinión, se adueña de una sociedad al borde del abismo económico y que es alentado desde el poder. No son los temores tradicionales a la muerte, el infierno o la enfermedad, sino a esos mercados “que tienden a reducir los beneficios sociales y las conquistas económicas del último medio siglo; miedo a quedarnos sin ese bien cada vez más escaso que se llama trabajo, a reducir nuestro poder adquisitivo, al subempleo, a la marginación económica y social”.
Después, Estefanía baja el tono y elabora un extenso reportaje de 300 páginas sobre las crisis que han asolado la economía mundial desde la Gran Depresión a la Gran Recesión de nuestros días. El crack del 29 y la crisis que se origina en 2007 con las hipotecas subprime centran la atención, pero también la caída de los tigres asiáticos a finales de los noventa, la burbuja japonesa, la suspensión de pagos de México a principios de los ochenta, la “contabilidad creativa” de Enron o Woldcom o la crisis del rublo son casos expuestos con ánimo pedagógico.
Por encima de eso, el trabajo del periodista de El País es una denuncia de los desmanes del neoliberalismo que se ha impuesto en el mundo desde principios de los ochenta con Thatcher y Reagan, que ha primado la desregulación de los mercados y ha tenido como consecuencia un alejamiento del sector financiero de la economía real productiva y de las expectativas de ciudadanos y gobiernos. Estefanía denuncia que siempre hayan sido los estados y las políticas keynesianas los que han tenido que enmendar la plana al capitalismo en su versión neocon. La figura del economista inglés sobrevuela gran parte de libro.
La economía del miedo suscita muchas preguntas (sobre el papel de la economía y de los economistas, sobre el equilibrio democracia-capitalismo, sobre la corrupción como motor del sistema…), pero sobre todo se cuestiona –en línea con lo que se plantea estos días en los centros de poder de este país y del viejo continente- si lo más conveniente para salir del marasmo económico son las políticas de austeridad y recorte. Estefanía recuerda que, paradójicamente, el país que desencadenó la crisis y que es adalid de la desregulación, Estados Unidos, ha seguido inyectando dinero en el sistema como vía para enderezar la situación y reducir una tasa histórica de desempleo. Solo el episodio de la caída de Lehman Brothers respondió a ese principio tan liberal de que “cada palo aguante su vela”, y políticos tan dispares como Bush Jr. y Obama han recurrido sin rubor a planteamientos keynesianos.
Marx, Keynes, Galbraith, Stiglitz, Krugman, Amartya Sen... El libro de Estefanía nos pone sobre la pista de una buena parte de la mejor literatura económica de los últimos 150 años. La pena es que el aparato teórico que saca a relucir no es ni mucho menos completo. Estefanía rehúye la confrontación y el diálogo con la tradición liberal. Las referencias a economistas y pensadores “de la otra orilla” son más bien escasas. Tan solo se detiene brevemente en las figuras de Schumpeter y de Friedman.
Es el punto débil de este largo relato periodístico, que aporta mucha y valiosa información, pero que no llega a dar voz a todas las partes. La economía del miedo está lastrado por ese deseo del autor de confrontar cada episodio de la historia económica reciente con la tesis de partida: la injusticia histórica que supone que el “capitalismo de amiguetes” haya sido rescatado una y otra vez por los poderes públicos sin que nadie parezca haber aprendido la lección.
Es el punto débil de este largo relato periodístico, que aporta mucha y valiosa información, pero que no llega a dar voz a todas las partes. La economía del miedo está lastrado por ese deseo del autor de confrontar cada episodio de la historia económica reciente con la tesis de partida: la injusticia histórica que supone que el “capitalismo de amiguetes” haya sido rescatado una y otra vez por los poderes públicos sin que nadie parezca haber aprendido la lección.
A la vista de lo acontecido en las últimas décadas, Estefanía no se despide con buenas noticias: “Desde principios de los noventa hay dos características en el sistema que sobresalen por encima de las demás: la acumulación de crisis cada vez más frecuentes (con mayor cadencia y velocidad) y más profundas (con mayor capacidad de contagio por amplias zonas geográficas); y la financiarización de la economía, que consiste en que lo financiero es preponderante en los acontecimientos, y lo productivo o industrial es subsidiario”.
En fin, La economía del miedo es un libro interesante, bien escrito, ágil y ameno –Estefanía recurre con frecuencia a la literatura, el cine o el arte para reforzar sus planteamientos-. El autor hace un buen ejercicio de síntesis y de divulgación para iluminarnos sobre temas extremadamente complejos. Pero, como dije antes, conviene leerlo con cierta prevención, pues Estefanía es un keynesiano convencido y eso se nota en cada línea de su trabajo.
La economía del miedo
Joaquín Estefanía
Galaxia Gutenberg/Círculo de Lectores
348 páginas
19,95 euros
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