A propósito del libro Obesos y famélicos, de Raj Patel
Los estantes de nuestros
supermercados están atiborrados de productos de todas los rincones del mundo
(pistachos turcos, vinos californianos, kiwis ¡neozelandeses!...) en presentaciones rebosantes de plástico,
tan profusas como atractivas, tan aparatosas como absurdas (un celofán rodea
una pequeña magdalena que reposa en una bandeja de plástico junto a otras tres
compañeras, mientras todo el conjunto se encuentra envuelto por otro “film”
transparente y espera su destino dentro de una caja de cartón). Nos hemos
acostumbrado de tal modo a la variedad (casi infinita), la abundancia, el
colorido y, no lo olvidemos, el buen precio, de la oferta alimentaria que damos
su presencia en nuestras vidas por descontada.
Las indudables ventajas
que para nuestra mesa brinda la inaudita (nunca vista en toda la Historia) oferta
de productos que la globalización pone a nuestra disposición en los grandes
centros de consumo, tienen su contrapartida, como todos sospechamos, en un
trasfondo más oscuro y menos sugestivo.
Rajeev (Raj) CharlesPatel se define a sí
mismo en su página web y blog como escritor, activista y académico. Su libro, traducido
como Obesos y famélicos. El impacto de laglobalización en el sistema alimentario mundial, pero con un título mucho
más provocador en su original en lengua inglesa (Stuffed and starved. Markets, Power and the Hidden Battle for the World’s Food System),
se ha convertido desde su publicación en una referencia para los críticos con
el sistema agroalimentario mundial.
Una de las
contundentes citas del libro, no por conocida menos sangrante, es la palmaria
injusticia que supone el hambre de la sexta parte de la Humanidad, frente al
sobrepeso de otra sexta parte. Más sorprendente es el hecho de que tanto las
personas más hambrientas como las más obesas se encuentren entre las más pobres.
No menos impactante resulta conocer los efectos globales (sociales, económicos,
ambientales…) del actual modelo de producción alimentaria agroindustrial, que repone
sin cesar las existencias de los kilométricos anaqueles de nuestras tiendas.
Buena parte de los
hábitos de compra, de consumo de alimentos y hasta de la forma de cocinar han
sido determinados por las consecuencias de la Segunda Guerra Mundial y por el
progresivo control que, desde entonces, han ido adquiriendo ciertas enormes
empresas sobre el conjunto de la cadena, incluida la publicidad y la
presentación de los productos, que lleva los alimentos desde el campo o el mar a
nuestra casa. Para que tales corporaciones obtengan beneficios astronómicos, denuncia
Obesos y famélicos, la vida de los trabajadores agrarios asalariados de
medio mundo se mantiene en condiciones casi infrahumanas, mientras que los
pequeños propietarios rurales siempre rozan el límite de la rentabilidad,
incluso en Europa y Estados Unidos.
Los viajes de
Patel por todo el globo nos aportan multitud de datos, como el omnipresente
dominio de la soja en todo tipo de productos para la alimentación humana y
animal y las traumáticas consecuencias, políticas, económicas, sociales y
ecológicas, que la imparable ampliación de su cultivo provoca en lugares como
Brasil. También nos recuerda Patel que el
primer problema de los cultivos transgénicos concierne al poder y al control
y que más allá de las eventuales dudas derivadas de la seguridad a largo plazo
de los alimentos transgénicos, la clave de su extensión se encuentra en el
deseo de control omnímodo que las grandes empresas agroalimentarias ocultan en
sus intenciones de negocio.
Obesos y
famélicos nos avisa de que
la artificial productividad de los campos, la actividad mecanizada de las
tareas agrarias, el transporte de los productos a largas distancias y, al fin,
todo el sistema que nos alimenta, se basa en un consumo de petróleo desaforado
y provoca unos efectos ambientales insostenibles a largo plazo. (De acuerdo con
el informe Alimentos kilométricos, de la organización Amigos de la Tierra, las frutas y las legumbres recorrían en 2007
la escalofriante media de 5.034 kilómetros antes de llegar a nuestras
casas, mientras que en el caso del café, el cacao y las especias la
cifra alcanza los ¡6.227 kilómetros!).
Patel ejerce de crítico social y no se olvida de describirnos las
reivindicaciones de los numerosos grupos que se oponen a la actual situación
(como el Movimento dos TrabalhadoresRurais SemTerra de Brasil, entre otros muchos) ni de denunciar la
manipulación permanente que, por pura conveniencia de negocio, se ejerce sobre
nuestras preferencias como consumidores.
Patel, contrario al paradigma de la globalización, concluye en la
necesidad de implantar un modelo de producción agroecológica que prime los
mercados de productos locales y su diversidad y que suponga una mayor equidad
para los productores y un mayor respeto para los consumidores. En ello coincide
con algunas de las recomendaciones de un relevante informe internacional
impulsado por la FAO, Agriculture at a crossroads (La Agricultura en una encrucijada, Evaluación Internacional del papel
del Conocimiento, la Ciencia y la Tecnología en el Desarrollo Agrícola), publicado
en 2009, en el que participaron 400 científicos y donde se afirma que para
poder alimentar al mundo a largo plazo necesitaremos una agricultura menos
intensiva en el consumo de recursos y un mayor control de los productores, lo
que no puede ser más opuesto a la realidad actual.
Pese a cierta
confusión en el desarrollo de los argumentos, quizá también fomentada por una
traducción no muy precisa, Obesos y famélicos resulta una buena
introducción para otras lecturas y logra transmitirnos la inquietud por el
futuro de nuestra alimentación, en un mundo que se nos antoja pequeño para
nuestros insaciables paladares.
Obesos y famélicos.
El impacto de la globalización
en el sistema alimentario mundial
Raj Patel
Los libros del lince
368 páginas
23 euros en papel
Como dice Mariano, Patel repara en hechos que, no por descontados, debemos ignorar. Buena invitación a reflexionar sobre nuestro modo de vida.
ResponderEliminarMuy interesante para todos los adictos al consumo de marcas blancas de Mercadona
ResponderEliminarFiel reflejo del mundo "globalizado" e irresponsable en el que vivimos
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