A propósito de ‘Todo esto para qué’, de Lionel Shriver
Todos aquellos que asocian Estados Unidos con la tierra prometida deberían echar un vistazo a la última novela de Lionel Shriver. Aunque muchos de sus personajes están enfermos, con el paso de los capítulos, el lector empieza a pensar que lo que la autora intenta transmitir es que el que está realmente enfermo es el sistema, con niños de primaria “drogados hasta las cejas”; con buenos contribuyentes que, llegado el momento de pasar por un hospital, contemplan cómo el gobierno no está dispuesto a pagar ni un solo medicamento; con una sociedad dividida entre “Gilis y Gorrones”, es decir, “entre gente que respeta las normas y gente que sencillamente viola las normas”…
La historia comienza con su protagonista haciendo la maleta. Cumpliendo con el sueño de su vida; Shep Knacker compra un billete sin retorno a la isla de Pemba, Tanzania, para él, su mujer y su hijo. En el mismo instante que le comunica a su esposa Glynis que al día siguiente se va con o sin ella, esta le dice que ahora no puede dejar su trabajo: “Me temo que necesitaré tu seguro médico”. A partir de ahí comienza una batalla contra el cáncer que le acaban de diagnosticar, un mesotelioma peritoneal que le va mermando la salud a la par que su cuenta corriente, como subraya irónicamente la autora, que comienza algunos capítulos anotando el saldo bancario de Shep, que pasa en poco menos de dos años de 731.000 dólares a 3.500 a raíz del tratamiento oncológico.
En su presentación en nuestro país, Shriver reconocía que no se trata de un librofácil de vender, porque la gente no quiere oír hablar, ni mucho menos leer, sobre enfermedades y muerte. No obstante, aquellos que consigan superar la barrera enseguida se encontrarán atrapados en una red de personajes trazados con maestría. Desde Shep -“adaptable, fácil de manipular y propenso a tomar el camino de la menor resistencia”-, que de la noche a la mañana tiene que aparcar su sueño para cuidar a su mujer; a Glynis, “dura, refractaria y de una radiante rebeldía”, que se enroca en la ironía y en la imposibilidad de afrontar el previsible desenlace para intentar seguir adelante.
Y junto a ellos un elenco de secundarios de lujo: el amigo vehemente, que parece “empollarse” el periódico para arremeter contra todos y todo; la hermana caradura, que va de intelectual, pero se aprovecha de la familia para sobrevivir; el hijo solitario, encerrado siempre en su habitación; o la amiga enferma de nacimiento, que amenaza continuamente con dejar este mundo.
Como ya demostrara en la despiadada e inolvidable Tenemos que hablar de Kevin o en la original El mundo después del cumpleaños, Shriver es una narradora creativa e imaginativa, pero sin que tales dotes le impidan valerse de la realidad cotidiana para crear novelas muy bien armadas y nada complacientes. Todo esto para qué bien podría definirse como un tratado sobre la condición humana ante la enfermedad y el cambio de rumbo que supone para una familia el diagnóstico a uno de sus miembros de un cáncer raro y fulminante. Sin embargo, es más que eso y en ocasiones se nos presenta como una llamada de atención, un grito de indignación (audible desde el propio título) que clama que otro mundo es posible.
El cuerpo y la enfermedad de Glynis se convierten en una metáfora de la podredumbre que mima a la sociedad que le rodea. Y es que la autora apuesta por subrayar las conductas egoístas de los personajes, las nada idílicas relaciones familiares o la ineptitud social ante determinadas situaciones para acentuar la impostura del día a día, al mismo tiempo que remarca la farsa en la que vivimos, en la misma línea que Libertad, de Jonathan Frazen: “la patraña del patriotismo”, “la democracia es una broma”, “toda esa comedia de la superpotencia”, se puede leer en distintas páginas de la novela de Shriver...
En definitiva, muchos y peliagudos palos toca esta reveladora exploración sobre la conducta humana y el largo camino que nos queda para ser mejores. Difícil que deje indiferente a quien se anime a leer un relato tan ambicioso.
Todo esto para qué
Lionel Shriver
Anagrama 2012
560 páginas
24,90 euros (papel)
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