A propósito de En la orilla, de Rafael Chirbes
Rafael Chirbes ha vuelto a escribir un relato social e
íntimo al mismo tiempo de la España de hoy, la de la crisis, como ya hiciera
hace un lustro en la celebrada Crematorio. En la orilla es un libro devastador
donde los paisajes interiores de la derrota tienen su correlato en esa ciénaga
a la que acude el protagonista, Esteban, un carpintero de toda la vida metido a
promotor inmobiliario en la costa levantina. Es un pantano que quedó al margen
de la especulación y que es escenario, paradójicamente, de los momentos más felices
en la vida del protagonista.
Como en Crematorio, Chirbes da cuenta del hundimiento social
y personal de esa España donde muchos
que se creyeron ricos ahora no tienen ni para comprar el brik de leche de los
chicos. En la orilla está construida a base de monólogos absorbentes donde
salen a relucir las obsesiones, frustraciones y cuentas pendientes de Esteban y
sus compañeros de reparto: de Francisco, su amigo de la juventud, agraciado con
el éxito profesional y que, de paso, se llevó al gran amor de Esteban, Leonor;
de Pedrós, el promotor que le convence para meter todos los ahorros en unas
promociones justo cuando el globo está a punto de estallar; de su padre, un
republicano huraño que pasó toda su vida pensando que otra España era posible;
de Liliana, la sensual cuidadora sudamericana hostigada por un marido
alcohólico y putero y a la que Esteban no puede evitar consolar…
A través de la voz interior de estos personajes, Chirbes,
capaz de desdoblarse una y mil veces, hace un exhaustivo recuento de la España
del despilfarro, de ese espejismo de país que todos (o casi todos) nos creímos.
Era la España de los nuevos ricos que un día sí y otro también comían en
restaurantes con estrellas Michelín, que cerraban sus oscuros negocios y
pelotazos al calor de un caro whisky escocés, después de haber dado cuenta de
una paella de excelente marisco, o que acababan la fiesta en un club con una
joven ucraniana entre las piernas.
Como siempre en Chirbes, la ruina material va acompañada
de la derrota sentimental y moral. Padres e hijos que nunca se entendieron,
amigos que se traicionaron por el amor de una mujer, sueños de juventud que la
necesidad o la codicia dejó aparcados para siempre… Chirbes, en el que es quizá su libro más duro, ha acabado
haciendo un relato laico de la bajada a los infiernos.
Un apunte final. Se ha dicho que En la orilla es la gran
novela de la crisis. Puede ser verdad, pero creo que todavía está por escribirse
la gran crónica del marasmo, un libro total en el que los protagonistas de
verdad -pienso en los Rato o en los Zapatero de turno, en los gestores de las cajas y de
las comunidades autónomas que actuaron en connivencia, en los promotores despiadados
e hiperactivos, con Bañuelos a la cabeza, en los bancos internacionales que alimentaron
la espiral de crédito…- también sean los héroes caídos de la ficción. Creo que
hace falta una crónica de la crisis económica (y social y moral) en la línea
que Javier Cercas exploró en Anatomía de un instante, donde la ingente
información existente sobre los protagonistas de la transición y del golpe de
estado del 23-F hizo innecesarios muchos kilos de fabulación.
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