A propósito de la lectura de Qué hacer con España,
de César Molinas
Qué hacer con España es un libro honesto desde el título. César Molinas, un rara avis por
cuanto ha tocado durante su vida profesional muchos palos (ha sido profesor
universitario, directivo de banca de inversión, emprendedor y funcionario de
alto rango), ha escrito un libro de emergencia. La situación del país no es
para menos. Molinas está convencido de que España va a estar muchos años sin
crecer, y de que si no se toman medidas y se hacen reformas de calado la crisis
se prolongará no años, sino décadas, y que finalmente habrá que salir del euro.
Molinas culpa de la mayor parte de nuestros males a la clase
política local, más preocupada de crear burbujas para desviar rentas en beneficio
propio que del interés general. Es lo que Acemoglu y Robinson han llamado las
élites extractivas, un término de gran repercusión mediática, y otros
simplemente chorizos. “Los políticos españoles son los principales responsables
de la burbuja inmobiliaria, del colapso de las cajas de ahorro, de la burbuja
de las energías renovables y de la burbuja de las infraestructuras
innecesarias”. Pero también culpa Molinas de los males del país al excesivo
protagonismo de los “agentes sociales” y a los corporativismos de toda laya que
frenan cualquier intento reformista allá de donde surge.
Aunque es probable que Molinas no comulgue con muchos de los
planteamientos del movimiento 15-M, su crítica a la excesiva politización de la
instituciones del país (desde los organismos reguladores y de control al poder
judicial, pasando por la educación) bien podría ser suscrita por los muchos de
los simpatizantes de la sentada de la Puerta del Sol de Madrid.
El futuro de cualquier nación es su gente y la preparación
que exhiban, y más para un país como el nuestro sin grandes recursos naturales
que explotar. Por eso Molinas no entiende como en España se da la espalda de
manera crónica a la educación, la ciencia, el emprendimiento o la innovación.
Otra vez aparece la miopía de unas élites “de vuelo muy rasante, ortodoxas,
conformistas y muy conservadoras, cuando no reaccionarias, y satisfechas de sí
mismas”.
El autor de Qué hacer con España identifica una triple
crisis: económica (originada por las burbujas); institucional (ausencia de una
verdadera regulación del sistema político y territorial) y moral (desmedido
énfasis en los derechos y olvido de los deberes). Pero el libro no se queda en
identificar problemas y culpables, sino que, respondiendo a las urgencias del
título, se presenta como un completo recetario escrito desde el sentido común,
aunque también desde la ingenuidad y la extravagancia del que piensa que “por
pedir que no sea”. He aquí algunas de las propuestas de Molinas para regenerar
el país:
Reforma de la Ley de Partidos que imponga a
estos un alto grado de democracia interna y transparencia. Hay que regular a
los partidos desde fuera, como pasa en Alemania. Aunque Molinas no lo cita, el
caso Bárcenas es bastante elocuente de los males del sistema actual.
Cambio de la Ley Electoral. No hay sistema
perfecto, pero aboga por un sistema mayoritario donde los candidatos tengan que
disputar la elección en circunscripciones nominales, como en Inglaterra. De
esta manera, la lealtad sería con los electores, y no con el dirigente del
partido.
Los integrantes de los organismos reguladores (CNMV,
Banco de España, CNC, CMT…) deben ser seleccionados por su valía, y no por su
adscripción política. Se acabó la negociación de cuotas o el “ayúdame a poner a
mi candidato y yo te ayudo a poner al tuyo”.
Despolitización de los órganos superiores, como
el Tribunal Supremo o el consejo General del Poder Judicial. Para cubrirlos,
Molinas propone un sistema de lotería entre aquellos magistrados con la
suficiente antigüedad.
En educación Molinas apuesta fuerte: propone cerrar
la universidad española dos o tres años y volverla a construir partiendo de
cero. No cree que el principal problema de la educación sea de financiación, sino
de definir el modelo de aprendizaje, potenciando la excelencia y la calidad.
Critica la igualación por abajo que padece el sistema educativo nacional y propone
más rendición de cuentas, más tasas y más movilidad de estudiantes y
profesores.
En materia de pensiones, Molinas propone
recuperar los planes privados, visto lo ineficiente y arriesgado que ha sido el
mercado inmobiliario como vía para canalizar el ahorro y la inversión a largo
plazo.
También aboga por el contrato laboral único, con
costes de despido crecientes en función de la antigüedad. Se apunta a las tesis
de Fedea. La reforma del mercado laboral debe ir dirigida a que los ajustes se
hagan vía salarios, y no con puestos de trabajo
En fin, estamos ante el recetario propio de un liberal juicioso que
concibió este libro en un coqueto bar del barrio londinense de Belgravia y que
evita los rodeos y las medias tintas con el fin de hacerse entender y no restar
urgencia a las tareas pendientes. Se podrá estar más o menos de acuerdo, pero
hay que reconocerle honestidad, common sense y una defensa siempre del interés
general, todo eso que a las élites extractivas que atenazan al país se les suele olvidar.
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