Cuenta Javier Cercas que hace unos años la policía de Los Ángeles
detuvo al actor Hugh Grant mientras una profesional le hacía una felación
en la vía pública. El hecho produjo gran escándalo e hizo peligrar la brillante
carrera profesional de Hugh Grant. En medio de todo aquello, un periodista
norteamericano le lanzó una pregunta muy norteamericana al actor: “¿Va ahora
usted a un psicoterapeuta?”. “No”, contestó Grant. Y añadió: “En Inglaterra
leemos novelas”.
Anécdotas como ésta salen de la charla que Javier Cercas dio
en la Fundación Juan March de Madrid en octubre del año pasado. Con mucha
gracia y talento, Cercas rebate a aquellos agoreros que dicen que la novela
está muerta y que la ficción no es necesaria. Aquí van algunas ideas que lanzó
Cercas en otoño, aunque lo mejor es escuchar la charla. Vale la pena. No tiene ni un minuto de desperdicio.
Como en sus novelas, Cercas entreteje de lo lindo ficción y realidad. En la Fundación Juan March, otra vez mezcló su peripecia vital con sus ideas sobre la literatura para
contarnos cómo, a raíz de un mal de amores adolescente, se convirtió en un
lector vampiro. Así llama a los que no leen para entretenerse o saber más, sino
para salvarse, para sobrevivir.
Cercas defiende la novela para soportar la realidad, pero también para explorarla y entenderla mejor, y como antídoto al fanatismo
religioso o (más modernamente) a la asertividad del tertuliano radiofónico o televisivo. Defiende la
novela como el género que más puede hacer por proteger las preguntas de las
respuestas. Más incluso que la filosofía, parece. ¿Por qué el soldado republicano de Soldados de Salamina salva el
pellejo a Rafael Sánchez Mazas, prohombre de la Falange? ¿Por qué Adolfo Suárez
no se mete debajo de su escaño, como casi todos los demás, mientras en el
Congresos zumban las balas de los golpistas? ¿Por qué se llevan a K en El
Proceso? Toda novela se construye para contestar a una pregunta, aunque al
final nos quedemos sin respuesta.
La obra literaria –nos dice en otro momento- es una
partitura, y es el lector es el que la interpreta. El lector es la otra mitad
del libro. Por eso, cuanto más espacio deje al lector un libro, cuanto más
ambiguo sea, mejor. Novela=libertad. El Quijote, que crea el género, es como un
cocido. Cabe todo, sin orden ni concierto. El único orden y concierto es que
Quijote y Sancho salgan adelante. En fin... una hora con Cercas y sus teorías sobre la novela.
Para oír a Cercas, pincha aquí.
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