A propósito del primer volúmen
de los 'Diarios' de Iñaki Uriarte
El primer volumende los diarios de Iñaki Uriarte es el más “literario” de los tres. Literario en
el sentido de que el crítico de libros del periódico vasco El Correo hace constantes
referencias a sus autores de referencia y a otros que aconseja leer con cautela
o que, simplemente, desecha. En las notas del libro –algunas largas, a modo de
pequeños ensayos o disertaciones para el consumo doméstico-, Uriarte airea sus
filias y fobias bibliográficas.
Por supuesto, aprovecha para declararse devoto
de Borges, muestra admiración por Montaigne y homenajea al paseante solitario
de Rousseau. Y también nos advierte de la antología de disparates que uno se
puede encontrar en las obras de Baroja, o del tostón que puede resultar el casi
siempre alabado Thomas Bernhard. A nadie dejará indiferentes las opiniones de
Uriarte sobre tal o cual monumento de la literatura universal y española.
Shakespeare, Tolstoi, Kafka, Coetzee, Gil de Biedma, Sánchez Ferlosio, Cioran…
son casi siempre despachados con un juicio rápido, aunque convincente y sincero.
También en estas
notas pretendidamente desaliñadas, desatendidas, arremete Uriarte contra la
literatura del yo que abunda de unos años a esta parte en España y una buena
parte del mundo, contra esas “autoficciones” que toman como base novelesca la
experiencia vivida por el autor, por irrelevante que sea, y con las que rehuyen
los grandes relatos. Un solipsismo literario que, a su juicio, es hijo de la
misma moda que ha llenado la televisión de confidencias e intimidades.
En este primer
volumen de los Diarios, Uriarte tiene ganas de hablar, de contar cosas y de cuestionar tantos sermones. Sus
entradas son en ocasiones extensas, al contrario de lo que ocurre en los volúmenes posteriores, donde son norma los comentarios condensados y un
punto crípticos, hasta adquirir en muchos casos la música y las extensiones del aforismo. En
estas notas, tomadas entre 1999 y 2003, relata con detalle algún episodio
familiar en Estados Unidos, y también nos habla del placer que le producen sus
viajes por Italia o sus estancias en Benidorm, un lugar que, según Uriarte,
muestra su belleza en el ángulo que los fotógrafos nunca quisieron plasmar.
Los Diarios de Uriarte
son un excelente manual para descreídos y para los que sospechan de los
clichés, las frases hechas y las imágenes del mundo demasiado elaboradas y
retóricas. “Pla dice que hay que escribir como se escribe una carta a la
familia, pero con un poco más de cuidado. Aquí voy a hacerlo como si hasta las
cartas fueran un alarde de retórica. Como si hablara solo”. Es su manual de estilo: tan fácil de formular como complicado de ejecutar.
Uriarte es un declarado rentista, defensor a ultranza del dolce far niente y misántropo,
un tipo que va contracorriente, aunque de una forma sincera y exenta de las
poses antisociales de algunos “modernos”. Y es una pena que haya puesto fin, de forma deliberada,
a sus diarios tras 11 años tomando notas. En todo caso, es consecuente,
pues siempre amenazó con el silencio. Y eso es lo que nos quedará a menos que, como terapia frente al lugar común y el enmascaramiento, uno opte por releer de vez en cuando sus tres
libritos, ligeros, pero deliciosos y siempre esclarecedores.
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Aquí dejo algunas
entradas de Diarios 1999-2003, que está publicado y disponible en Pepitas de Calabaza, editorial de Logroño.
Dice Philippe
Lejeune que los diarios que se publican en Internet son mucho menos
melancólicos que los diarios íntimos de verdad. Otra vez Pascal: “Lo que menos
perdona el mundo es la desventura”.
Mi actitud básica
en la vida ha sido la de un “okupa”. Desde siempre pensé que había grietas,
intersticios, huecos en los que uno podía instalarse y vivir sin pagar.
Me gusta el tiempo
lento, no presionado por ninguna urgencia, casi diría que al borde del
aburrimiento.
A medida que voy
llenando estos archivos me doy cada vez más cuenta de la cantidad de
contradicciones que contienen. Por lo menos sirven para eso, para eliminar de
una manera fehaciente la idea de que eres alguien “de una pieza”, “coherente”,
con “personalidad propia” y otras tonterías de la misma familia.
Al no haber trabajado,
se puede decir que he vivido ocho horas más al día. Por otro lado, está la
impresión psicológica. “Es breve la vida de los atareados”, Séneca.
En las revistas de
decoración los salones no tienen televisor. Tampoco suelen aparecer en las
autobiografías y los diarios.
Además del género
policiaco, fantástico, erótico, rosa, de ciencia ficción, histórico, etc.,
existe otro género en la novela, el de las novelas literarias. En él se
encuentran las mejores, pero la mayoría son malas. Este género es el más
representado en los suplementos culturales y el que más daña la afición a la
lectura.
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